Combatiendo al enemigo

Ser padres ante una situación límite.

Cuando el deseo de ser padres comienza a gestarse en el seno de una pareja, aparecen junto a él todo tipo de fantasías, miedos y ansiedades. Las mismas están en relación directa, a la historia individual de cada uno de los papás y asociadas al entorno cultural, social y familiar al cual pertenecen.

Al transcurrir los meses, el embarazo se produce y la pareja comienza a idealizar el momento del nacimiento y encuentro con el hijo. En esta etapa, suelen vivenciarse por parte de ambos, en particular la futura madre, diferentes estados emocionales, producto de la experiencia nueva y transformadora que están atravesando.

Las incógnitas con respecto a como será el bebé, son frecuentes y reiteradas. Si bien, saber el sexo que tendrá (varón o niña). Se convierte en uno de los enigmas mas significativos, es el deseo-anhelo de convertirse en padres de un bebé sano, el que cobra un carácter de primario y universal (a menudo escuchamos frases tales como….-¡ojalá que sea sanito!…-¡mientras venga bien! ).

Existe infinidad de literatura relacionada con las etapas del embarazo, la evolución del feto, los cuidados de la embarazada, etc. Pero muy poco hay cuando se trata de ser padres de un bebé prematuro, o con alguna malformación, enfermedades congénitas, cardiopatía, etc.

Es aquí cuando ser padres involucra “algo mas”, que lo que vemos en televisión o leemos en revistas y libros. Involucra posicionarse frente al dolor, sin intentar evadir el desafío de la situación límite que se les presenta.

Cabe preguntarnos qué sucede, cuando la realidad choca con la omnipotencia, y nos muestra aquello que “nunca debería suceder”.

Los estudios, los análisis, los diagnósticos, etc, no se ajustan a lo que se deseaba escuchar. Detalles y valores que solo los médicos entienden, empiezan a formar parte del maremoto emocional que sacude a los papás.

Los hechos acontecidos irrumpen y desgarran el estado ilusorio y expectante, que los padres mantenían hasta ese momento, sumergiéndolos en un estado de profunda angustia y confusión.

A partir de ahí, comienzan las preguntas (Porqué?-Cómo?-Cúando?…) y los intentos fallidos de respuestas.

Es el encuentro con lo diferente. lo no deseado, lo que es vivido desde el psiquismo de los padres ,como una herida narcisista, la cual suele ser lacerante y profunda.

Este encuentro, está en relación a esa imagen que supone un bebé sano y fuerte versus un bebé débil y enfermo. La imagen fantaseada versus la imagen real.

La aceptación de los sucesos presentes, dista de ser el camino mas corto. La experiencia traumática ocupa el centro de la escena, y el procesamiento de la misma se dará en función de la modalidad de afrontamiento de cada uno de los padres.

En esta instancia, es donde el equipo médico y sus auxiliares, entran a jugar un rol fundamental. En ocasiones nos encontramos con equipos inter. .-disciplinarios donde es habitual la presencia del psicólogo. Él, estará a cargo de ofrecer a estos padres, un lugar de contención y sostén, intentando a su vez establecer la aparición de un buen vínculo entre los miembros de la tríada, equipo médico-paciente-padres.

El manejo de la información por parte de los médicos, siempre tenderá a ser clara y gradual. Los padres, a menudo, llegan a sentir que se les ocultan datos, cuando los profesionales son escuetos y la posibilidad de preguntar esta vedada. Es importante crear un espacio de confianza y empatía, dejando de lado ansiedades persecutorias, permitiendo elaborar así los acontecimientos traumáticos que se desarrollan en este ámbito.

Observar a un bebé internado en un servicio de neonatología, genera un impacto emocional difícilmente descriptible. Si existen métodos invasivos (catéteres, vías endovenosas, asistencia respiratoria, etc.), aún mas. Los papás intentan comprender esas cifras intermitentes y los dibujos que aparecen en el monitor,(con el tiempo lo logran).Necesitan saber si el bebé tiene dolor, si puede escucharlos, si pueden hablarle, acariciarlo….

Diversos estudios nos aportan hoy, el rol del contacto físico y emocional con el recién nacido, como precursores del establecimiento del vínculo madre-hijo y como base sólida de un psiquismo en desarrollo.

Estos bebés, reciben por parte del medio circundante estímulos hostiles (sonidos y voces extrañas, alarmas, luces, extracciones de sangre, etc). Es indispensable para ellos, sentir la presencia y contención de su madre, a través de la mirada, las caricias, la voz, el olor. Reconocer que esta acompañado, y que sus padres están ahí para darle, la única droga incapaz de ser fraccionada,”el Amor”.

Los días se suceden, los estados de ánimo también y las noticias varían en cantidad e intensidad.

A veces, la posibilidad de volver a casa se hace remota….imposible, el fantasma de la pérdida se hace visible y el resultado vuelve a ser el incorrecto, el incomprensible. El dolor invade todos los flancos, hay que lidiar con la bronca ciega que deviene de lo injusto y nadie está preparado para ello.

Aceptar lo inaceptable, es la titánica tarea que enfrentarán los valientes padres. Tarea que no deben emprender solos, sino acompañados de un profesional pertinente y permitiéndose compartir el dolor con familiares y amigos mas cercanos.

Ya lo decía Freud….. vida y muerte.. dos caras de una misma moneda.

Cuando llega por fin, el momento del alta, se abre una nueva dimensión, un verdadero desafío. El bebé y sus padres están listos a experimentar esta aventura de a tres, la aventura que consiste en ser una familia.

Los bebés son poderosos, aunque parezcan indefensos. Ellos traen consigo una carga de energía extra. Cualquiera de nosotros, como adultos confesos, abandonaríamos el combate.

Algunos de ellos lucharán mas, otros menos….. pero en definitiva, cuando ganan la batalla, es porque además del intenso deseo de vivir que los impulsa, han tenido a su lado el armamento mas poderoso (el amor de sus padres) y la tecnología mas sofisticada (el cariño y la idoneidad del equipo médico y sus auxiliares),para sortear estratégicamente las dificultades y combatir al enemigo.

La intención de escribir este artículo, tiene por finalidad relatar lo que sucede cuando algo de lo tanático (muerte) se presentifica, intentando doblegar aquello que pugna por triunfar… por vivir, y mostrarnos que no siempre son los padres, los que enseñan a sus hijos a mirar la vida. Hay situaciones, donde son ellos, pequeños luchadores incansables, los que nos permiten observar la vida con una mirada diferente…

…hoy tu hijo está en tus brazos, te sonríe… el pequeño soldado victorioso, vuelve a casa después de la intensa batalla….. La duda aparece y te entristece…. escuchas el latir de su “corazón valiente”……el sonido te acaricia el alma…

…disfruta cada momento…. ¡todo está por empezar!

Lic. Marcela Scelza
marcelascelza@hotmail.com

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