Ya no es tiempo de excusas

Tardaron tanto en llegar… Costó tanto tenerlos, que consentir sus caprichos fue para nosotros algo natural.
Repetimos la historia de muchas parejas infértiles.

¿Cómo decirles que no, después de esperarlos durante años? ¿Cómo, después de haber creído, alguna vez, que jamás los tendríamos?

Fue fácil confundirse. Si, al final de una larga lucha, un día llegaron a nuestros brazos, nosotros no íbamos a negarles nada.

Nacieron tan pequeñitos… Tuvieron tantos y tan severos problemas de salud, que, una vez que los vimos sanos y en casa, quisimos para ellos una vida llena de gratificaciones.
Nuevamente. La historia de muchos papás prematuros.

¿Cómo decirles que no, después de que sentimos que podíamos perderlos? ¿Cómo, después de verlos luchar con tanta hidalguía a pesar de su fragilidad extrema, de su diminuto tamaño?

Si a la mayoría de los padres se les hace cuesta arriba esta cuestión de los límites, a nosotros, ni les cuento.
Durante mucho tiempo, nuestras excusas nos han servido para justificarnos. No hacíamos lo que creíamos correcto, pero teníamos atenuantes.

Nuestros hijos habían sido tan esperados, y tan prematuros, que nos costaba decirles que no.
Sin embargo, llegó un día en que nos dimos cuenta de que también debíamos madurar como padres.
Y aunque no es grato ni divertido, y hasta en ocasiones los hará enojar con nosotros, los límites son tan necesarios para crecer como el amor, el abrigo y el alimento que recibían en sus incubadoras.
Así es que se terminó el tiempo de las excusas y de los pretextos.

Gracias a Dios, hemos superado nuestra infertilidad y ellos, las duras pruebas de su prematurez. Ya no son frágiles, de hecho, creo que son muy fuertes. Y nosotros, junto con ellos, también hemos aprendido a serlo.

Decir que no, la parte menos grata de la crianza, es, ni más ni menos, que la mejor forma de demostrarles a nuestros hijos cuánto los amamos… Tanto, que preferimos sus berrinches, sus enojos y sus críticas, antes que hacer algo que los perjudique. Porque decir siempre que sí, aún cuando sabemos que no está bien hacerlo, podría dejarnos, de momento, más tranquilos a nosotros, pero no va a ayudarlos a ellos.

Paola Vicenzi, mamá de Carolina, Nicolás y Santigo, trillizos – ex prematuros.
Coordinadora de APAPREM – Autora del libro “En su propio vuelo”

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